martes, 19 de octubre de 2010

Posición espacial y características innatas de nuestro movimiento

Estoy seguro de que más de uno ha tenido ocasión de vivirlo. Es una situación recurrente. A veces cuando caminas por la calle y miras fijamente a una persona que se dirije hacia tí y ella, a su vez, devuelve esa mirada existen muchas posibilidades de que acabeis chocando el uno con el otro o reproduzcais esa cómica situación en la que enfrentados uno se mueve hacia un lado para pasar y el otro hace el mismo movimiento. Y así sucesivamente hasta que se deja de coincidir y se logra seguir el camino. Esto ocurre sobretodo si ambos individuos caminan con prisa.
Sin embargo si mucho antes cortas el contacto visual directo y giras tu cabeza y mirada hacia otro lugar existen muchas posibilidades de que cada uno siga su camino sin interrumpirse. ¿Porqué ocurre esto?

La respuesta tiene relación con nuestra naturaleza humana y la gestión que realizamos de nuestro espacio. No podemos evitar la característica de seres sociales que somos provinientes de la manada. En muchas ocasiones de forma inconsciente nos movemos en función exclusivamente de la posición espacial que adoptan los demás.

De forma innata compartimos con los animales el instinto de supervivencia, esto es, la reacción que nos mueve a huir de una situación de peligro. O reaccionamos intempestivamente ante el estrés generado por una situación fuera de control. Como ejemplo pongo el caso del infanticida que quemó a su hijo dentro de un coche como venganza contra su mujer. Su intención era morir él también tras explotar la bombona de gas que tenía en su maletero. Calculó mal y su instintó inconsciente lo llevó a salir del coche cuando comenzó a arder su cuerpo y no se produjo la deflagración. Desconozco cual fue su final. Desgraciadamente su hijo no tuvo la misma oportunidad.

Otro ejemplo de  posición instintiva no consciente es la que adoptamos en el interior de un ascensor en donde el espacio es muy reducido. Aquí encontramos diferencias entre sexos. El género masculino posee instintos de competencia y sexuales, entre otros, en relacion con su espacio y movimientos. Esto es, ante la coincidencia de varios varones en el ascensor generalmente el espacio circundante entre ellos es mayor y se evita contacto directo y posiciones frente a frente. Sobretodo si son completos desconocidos. Esto no ocurre si el mismo encuentro se dá entre mujeres. La diferencias cada vez más investigadas entre las regiones cerebrales de ambos sexos dan como resultado la mayor capacidad emocional y afectiva de la mujer en donde el espacio gestionado a su alrededor no es tan importante como el masculino. El sexo femenino tiene mayor empatía y experiencia protectora, habilidad necesaria para el éxito de la maternidad y cuidado de los hijos, por lo que puede gestionar espacios emocionales totalmente diferentes a los hombres.

Por supuesto existen otros factores de carácter social, cultural y religioso adquiridos a posteriori que también marcan esta gestión del espacio. Pero la diferencia fundamental es que estos son comportamientos de plena consciencia.

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